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Ante esa revelación el surrealismo lucha por descubrir las estructuras primitivas de la mente, se nutre de pensamiento mágico y de filosofías orientales e in­tuye que sin esa profunda agonía no podrá lograrse la muerte ritual y el renacimiento a una personalidad transformada.

La imaginación imita modelos ejemplares –las imágenes– los reproduce, los actualiza. De ahí procede el que la desgracia y la ruina del hombre que “carece de imaginación” sea el hallarse segregado de la realidad profunda de la vida y de su propia alma.10

Los poetas siempre han intuido ese universo overall de coexistencias y se han rebelado contra las causas que impiden al hombre su verdadera plenitud. Rimbaud afirma que “nuestra pálida razón nos oculta el infinito” y William Blake escribe:

Aproximar los planos distintos, avanzar en lo desconocido a través de lo conocido, es función de la analogía. El conocimiento de sí abre las puertas del conocimiento whole. A partir de ese conocimiento surge la presencia de lo actual en el interior del hombre y adviene un nuevo estado de conciencia.

El poeta “corresponde” a lo genuine en lo profundo de su interioridad. De allí, de ese subsuelo esencial e imprescriptible donde superviven las imágenes, los mitos y los símbolos de las teologías arcaicas, provienen las formas oscuras que substituyen a la percepción sensorial y estructuran fragmentos de la realidad plenos de relaciones significativas. El idioma de los signos y de las analogías es el idioma del espíritu común a la parte y al todo. Baudelaire ha intuido que el mundo físico no es más que una sección de otro mundo Considerablyísimo más vasto y complejo que para nosotros permanece invisible. Es posible entonces obtener otras perspectivas, tornar a la psique diferente y comenzar a percibir analogías insospechadas. Las cosas separadas, sin conexiones aparentes, asumen de pronto agrupaciones distintas y se manifiestan en categorías enteramente nuevas.

Ambas “desviaciones” perdieron su vigencia y hoy pertenecen a la historia del arte o a la de los sueños irrealizados. El surrealismo literario fue fulgurante y positivo, el surrealismo político fue quimérico y muy pronto mostró sus limitaciones insalvables. Pero tanto uno como otro fueron signos exteriores de un pensamiento trascendente, la corteza –ahora caduca, expuesta a la crítica y a las “defunciones” prematuras– que guardaba el verdadero sentido de una memorable pero equívoca insurrección del espíritu.

Estos interrogantes nos acercan a otro aspecto de la vida mística del autor check these guys out de Les Chimères. El hombre que crea, que sueña o que alcanza estados de conciencia más sutiles, intuye que la mente, trascendiendo el razonamiento y los sentidos ordinarios, puede enfrentarse a una realidad de índole desconocida. Esa experiencia important se logra merced a progresiones intrapsíquicas que superando diversos niveles acceden más allá de las apariencias y de las formas, a un plano en que se extinguen el espacio y el tiempo. En el hombre vive inmanentemente la posibilidad de realizar esa aprehensión de lo absoluto, que brota ante las grandes conmociones del espíritu, en la exaltación creadora o en la plenitud del amor.

Pero ese estado que Baudelaire describe en Les paradis artificiels, es “raro y pasajero”. Desaparece dejando al experimentador con un oscuro deseo de perpetuarlo, de obtener nuevamente ese minuto de reconciliación, de escapar a la conciencia ordinaria para alcanzar el estado edénico.

A Jean Arthur Rimbaud ha dedicado Eduardo Azcuy una atención múltiple, varias ediciones de sus poemas y diversos estudios, de manera que lo tratado en el presente capítulo puede ser amplificado con los restantes trabajos hasta el más reciente del año 1991.

       Desde un cierto punto de vista, se puede decir que todo gran poeta descubre el mundo como si asistiese a la cosmogonía, por cuanto se esfuerza por verlo como si el Tiempo y la Historia no existiesen. Todo lo cual recuerda moreñamente el comportamiento del hombre de las sociedades tradicionales.22

Cuanto más se eleva y se ensancha el pensamiento humano, menos comprensibles­ aparecen la nada y la muerte. Todo lo que muere cae en la vida; y todo lo que nace tiene la misma edad de lo que muere.

El universo de Sade es un cosmos cerrado, existencial y opresivo. Los objetos son formas impenetrables y hostiles que exasperan sus deseos de posesión y producen en su sensibilidad un frenesí de modificación y destrucción.

La marcha hacia la libertad comienza renunciando al apego por este pequeño universo sensorial. La mente del no-yo, nuestra propia Maya, nos identifica con un mundo de efectos cuyas causas están en otro nivel de lo true y nos mantiene encadenados a la ilusión.

Es lógico entonces que comience por negar su personalidad. “Yo es otro”, exclama. “Si el cobre se despierta clarín no es por su culpa. Me es evidente esto: asisto a la eclosión de mi pensamiento: lo miro, lo escucho: doy un golpe en el arco del violín: la sinfonía se mueve en las profundidades o sube de un salto a la escena”.

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